Vulgarizadorxs de filosofía
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el veneno del clickbait y los recursos pedagógicos
Estudié filosofía porque me encanta. Un poco como todxs, le tenía miedo. Todavía me acuerdo de la noche que por primera vez fui a una fuente, que me metí con un filósofo “en serio”, fue Kant. Para mi sorpresa, no solamente me enganché con la lectura sino que ¡me parecía que lo estaba entendiendo! Puede resultar sorprendente para muchas personas, también, agarrar uno de esos textos y darse cuenta de que son cualquier cosa menos una doxografía. O sea, la mayor parte de los textos canónicos de filosofía casi no menciona a otrxs filósofxs. Y eso está bien. No está mal tampoco recordar qué dice fulano o mengano, el tema es ¿para qué? Incluso en la enseñanza de la filosofía, ¿qué se enseña? ¿Es lo mismo explicar un texto filosófico que hacer filosofía? Depende, a veces sí, a veces no. Igual que también abundan textos que no citan a nadie pero sencillamente porque no los han leído, lo cual explica por qué sus razonamientos son tan estúpidos. Pero sobre lo que quiero hablar es otra cosa.
Posiblemente nunca haya habido tantxs “divulgadorxs” de filosofía. La filosofía hoy parece oscilar entre la autoayuda y la crítica social barata. En la filosofía hoy casi no hay objeto de filosofía, es decir, algo sobre lo cual pensar. Si se agarra algún tema es para terminar explicando lo que decía alguien, muchas veces a propósito de algo que no tiene nada que ver. También puede sorprender a quien lea esos grandes textos filosóficos que lxs divulgadorxs explican, que quienes lo escribieron sabían de algún tema. Matemáticxs, físicxs, incluso ópticos, como Spinoza. Tenían un conocimiento técnico sobre algo, en gran medida la fascinación y preocupación por ciertas cuestiones lxs conducían a especular o sistematizar. En Platón, por ejemplo, todo lo que dice es impulsado por su inquietud y asombro frente a la política y la geometría. Hoy son más filosóficos los streamers que indagan sobre películas o videojuegos que todxs lxs generalistas que reúnen y repiten opiniones de otrxs filósofxs. Realmente, es como si no les interesara otra cosa. La filosofía siempre es filosofía de algo. Y todos estos personajes ni siquiera hacen una filosofía de la filosofía, deben pasar mucho tiempo leyendo pero no sé para qué porque ni gusto literario tienen. Digo, porque también se puede filosofar y entrar a la filosofía al estilo de Giorgio Colli, como género literario. En el campo de tirar frases ambiguas, polémicas o “profundas” les gana por afano un Osho o una Moria Casán. Por eso, incluso en el mejor de los casos, quienes hablan “de filosofía” exhiben un contenido y una capacidad reflexiva inferior a las sectas o los programas de chimentos.
En parte debe pasar con cualquier disciplina, no creo que alguien asista a dos encuentros o simposios sobre algo con el mismo entusiasmo. Enseguida, si de verdad le importa el tema, se siente decepcionado al notar que, principalmente, son acontecimientos burocráticos. Es un poco la vida misma, lo sé. Y también sucede que entre tanta basura alguien puede de pronto toparse con algo interesante. Pero es evidente que “falta calle”. La calle a veces es agarrar un puto libro antes de decir boludeces, otras veces es sencillamente entender o tener experiencia sobre alguna maldita cosa además de una especie de boba militancia. Como sea, si insisto tanto sobre algo que parece tan común en cualquier ámbito de la experiencia humana es porque, como empecé diciendo, me encanta la filosofía y también me encantan otras cosas. Entonces, por un lado es muy decepcionante escuchar a tantxs “filósofxs” que no piensan nada y, encima, redoblar la apuesta ayudando a no pensar nada a partir de temas de los que no saben un carajo ni les interesan de verdad, ni siquiera como excusa, como clickbait o “recurso pedagógico”. Cualquier persona que se interese por algo llega a la filosofía, cualquier persona que quiera saber o disfrutar de algo termina filosofando sobre eso, a veces sin darse cuenta. Un saludo para ellxs, ahí está la cosa.